A veces hay que escuchar la voz del pueblo… (?)

Más de una vez he escuchado esa consigna tan fina que dice que «el artista se debe a su públicors». Pero ¿es realmente así? ¿Es una parte importante de la pega del músico la relación que establezca con el público que lo sigue o acaso es sólo una pose inútil para congraciarse?

Veamos…

La historia de la relación de los artistas con su público, a mí parecer, puede ser dividida en dos partes: ATB (antes de los Beatles) y DTB (sí, brillante, después de los Beatles). Es a partir del fenómeno mediático en que se transfomaron los Beatles y la popularidad que tuvieron -y aún tienen-, que esposible pensar en una nueva forma de establecer un vínculo entre el músico y el público que lo sigue.

Esta exigencia del público hacia el artista -en términos de la actitud condescendiente que debe tener el segundo hacia el primero-  es una invención moderna, que obedece a las necesidades que plantea el hecho de pensar en una cultura mucho más global e interconectada que antaño. Los músicos solían ser populares en ciertas ciudades, ciertos países y, como gran cosa, dentro de un continente, pero la disposición de tecnología ha llevado a que pensemos este fenómeno a escala mundial. Primero la conectividad, y luego la instantaneidad de la conectividad, han hecho que un fenómeno musical alcance los lugares más insospechados y con una distancia temporal mínima.

Dicha tecnología -pienso en los medios de comunicación de masas, sobre todo- ha posibilitado, de manera inédita, que las noticias en relación a un músico tengan una repercusión mediática tan enorme, que las personas terminan acostumbrandose de tal manera a ver a los músicos y saber de ellos cotidianamente que, creo, finalmente pasan a ser personajes con los cuales prácticamente convivimos. Es como si se forjara una especie de relación con alguien del condominio o villa  en que vivimos: es gente a la que sueles ver y de la que es común que tengas noticias (ya sea por boca propia o por los vecinos), y por ende la gente, al generar ese vínculo de cotidianeidad, siente que tiene autoridad moral para juzgar al otro y para exigirle cierto comportamiento amable y condescendiente hacia ellos. Por respeto, en último término.

En el fondo, ya no sólo importa lo que el músico haga sobre el escenario, sino que además la prensa pasó a alimentarse -de manera muy rentable- de lo que haga bajo el escenario.  Lo que no nos detenemos a pensar es que, aunque para nosotros sea común ver y saber de los músicos mediante los medios de comunicación, ellos no tienen puta idea quiénes somos nosotros. De eso se trata básicamente la «fama».

Respecto a cómo manejar la «fama», los músicos adoptan posturas diversas. Están los ídolos que se dibujan una sonrisa para andar con cara de huevones todo el día complaciendo a medio mundo, aquellos que adoptan una posición que es intencionalmente muy rebelde, otros que de verdad andan con la sonrisa en el rostro todo el día haya cámaras o no, otros que de verdad son rebeldes y antipáticos los estén grabando o no, otros que son bajo perfil y no pescan porque quieren jugar al misterio y otros que de frentón son bajo perfil porque es su personalidad normal. ¿A qué voy con eso? A que hay tantas maneras de reaccionar frente a la fama como tipos de personalidades existen en el mundo.

Entonces, ¿por qué la gente, el público, le exige al músico como si todos tuvieran que ser igualmente amables, buena onda, sonrisa en la cara, beso, abrazo, etc.? ¿Que acaso no existe en todas partes gente más o menos amable, gente más o menos cordial, gente más o menos sociable? Al final, pareciera ser que el músico, junto con el contrato respectivo para hacer música, tuviera que firmar, además, una cláusula que establezca cómo debe comportarse con la gente como si ello fuera parte de la pega.

Lo más chistoso es que los fans creen que, por el hecho de seguir a un músico en particular, el músico poco menos que tiene que agradecerles por escuchar su música («el artista se debe a su públicors») y sentirse la raja porque, gracias a ellos, a los fans, el hueón tiene qué comer. Y la cuestión no es así.

Ok, el músico en alguna medida puede sentirse honrado por tener fans o sentirse orgulloso porque reconozcan su trabajo y su talento, pero de ahí a deberles poco menos que la vida… ¡andá!. Esto porque el músico tampoco se ha ganado los fans de la noche a la mañana; no los compró en Amazon. Si tiene seguidores, es porque detrás ha habido un arduo trabajo, ya sea un trabajo empresarial, de márketing (como vimos en el caso de las Boy’s Bands) o un trabajo artístico propiamente tal. Sea como sea, en ambos casos hay un esfuerzo, y los fans llegan producto de ese esfuerzo, no por intervención divina.

No debe ser fácil pensar en dedicarse a un trabajo como este. No debe ser fácil porque, sobre todo, no existen los horarios. La gente que trabaja en una oficina, por ejemplo, le debe obediencia a un superior (a no ser que sea el dueño de la empresa, pero figurémonos que es un perkin de rango inferior), debe comportarse de acuerdo a ciertos cánones para lograr una convivencia adecuada tanto con sus pares, como con sus superiores y con la gente que tiene a su cargo. Pero todo eso se da dentro del horario de oficina. Entra a las 9 de la mañana y a las 6 de la tarde ya va camino a su casa. Y en su vida aparte de la oficina puede hacer lo que estime conveniente, porque no está en la pega.

Al músico, por el contrario, se le exige de manera tal que el pobre huevón poco menos que no tiene descanso. Está bien, puede tener descanso de grabar o de hacer recitales, pero no tiene descanso de los fans sacohueas que le piden una foto y un autógrafo hasta cuando salen a comprar el pan con la terrible care poto. No puede salir a comer en paz a un restaurant porque no va a faltar el hueón hiperventilado que se le acercará para comentarle lo mucho que le gusta su música. Y si no es una foto con el ídolo abrazado, un autógrafo en un CD, poster, nalga, etc., o una ida de madrugada al aeropuerto con cara de culo y muchas pancartas y gritos prefabricados, entonces puede ser una foto paparazzi del loco agarrándole una teta a una mina. La cuestión es hinchar las pelotas de alguna manera.

Yo la verdad es que no le veo la utilidad a llegar como babosa a pedir que me firmen algo ni tampoco a sacarme una foto. Por último, si intercambio un par de palabras con algún famosillo, me quedo con el recuerdo en la cabeza, pero la foto o el autógrafo es como PA QUE EL RESTO ME CREA QUE DE VERDAD CONOCÍ A UN FAMOSO y me da como vergüenza ajena esa actitud en la gente. Ya, sí sé que sueno amargada y aguafiestas, pero loco, se ve mal, se ve feo, lo encuentro inoportuno. Me pongo en el lugar del tipo que tiene que sonreír cada 5 minutos pa una foto y es como… argh, qué fastidio. Y lo peor es que si no quieren darte el autógrafo ni sacarse la foto contigo es porque ¡AAAH EL HUEÓN PASAO A CACA, VALE CALLAMPA, AL CABO QUE NI ES TAN BUENA SU MÚSICAAA!

Para mí un artículo no aumenta de valor porque esté autografiado. No me interesa correr con CD’s o -hipstermente- con vinilos para que me los firmen y así que esos artículos que el ídolors tocó se transformen en fetiche. Porque finalmente, es como si esos artículos cobraran vida propia y, si los tienes, significa que tienes la esencia del artista en ellos, o algo así. No me explico de otra manera el hecho de que se vendan artículos que están autografiados por un valor superior al original, ya que se supone que lo genial de tener un artículo autografiado en tus manos es que te recuerda que estuviste con tu artista favorito, que intercambiaste algunas palabras con él, que te firmó la hueaita que le llevaste, etc. Pero comprar un artículo que le autografiaron a otra persona es muy loser, es como comprar el momento de conocer al artista, pero de manera indirecta.

En más de una ocasión, de hecho, me he encontrado conversando de este tema con amigos o conocidos y muchos de ellos poco menos que pagarían por un pase a backstage para conocer al ídolors y estar con él en su camarín y todas esas cosas. Pero eso no me llama la atención. Por lo demas, ni siquiera sabría qué hacer, qué decir.

Y a propósito de ir a un recital propiamente tal, aprovecho este espacio para contarle a todos aquellos súperfans que van a un recital con cámaras digitales y smartphones en mano, cosa que se pueda grabar/fotografiar/twittear ese momento tan sublime, que POR ESTAR PENDIENTES DE GRABAR/FOTOGRAFIAR/TWITTEAR, AL FINAL NI DISFRUTAN EL RECITAL, AHUEONAOS! Y no sólo no disfrutan el recital ellos mismos, sino que, además, le cagan la onda al resto de la gente. HUASOS DE MIERDA, EL FLASH NO SIRVE PARA SACAR FOTOS EN SITUACIONES ASÍ!

Cuando fui a ver a Mark Lanegan el año pasado, me tenían enferma con sus camaritas con flash (que cagaban toda la onda del momento piola). Tenía a dos minas taradas al frente mío que sacaban y sacaban fotos con flash, y les salían como el orto, por eso las repetían una y otra vez, sin darse cuenta que por el flash era que las fotos no se veían de lejos, sino que sólo le iluminaban los hombros y las cabezas a quienes tenían inmediatamente adelante suyo. Cuando fui a Radiohead, fue impactante estar en tribuna y cachar la cantidad monstruosa de jetones con las manos en alto con una camara fotografiando o grabando.

Al menos si valiera la pena el dejar de estar pendiente sólo del recital y disfrutarlo para documentar de buena manera el momento, tal vez sería más pasable. Pero lo triste es que, de todos esos videos y fotos que obtienen, con mucha suerte un 20% está en una calidad decente, y el 80% restante son esos videos corridos y con el sonido saturado, que, más que invitarte a recordar un momento glorioso, te invitan a cerrar YouTube. Ni ellos mismos ven de nuevo esos registros de lo puro pencas que son, entonces ¿para qué?

Si me dan a elegir entre ir a un concierto como público o tener un pase de backstage, me quedo con el concierto. Después de todo, eso es lo que realmente me interesa: lo que el hueón haga sobre el escenario. Lo que haga «tras bambalinas» sólo me interesa como dato anecdótico.

En resumen:

  1. No iría ni cagando al aeropuerto o a pararme afuera de un hotel a esperar a nadie. Ni al Papa (bueno, al Papa menos que a nadie ♥). La histeria que ahí se provoca no es sólo digna del ídolo pop «desechable». No, no me vengan con hueás. Los rockeros rudos hacen exactamente las mismas tonteras; la única diferencia es que el tono de los gritos es más grave. Pero igual gritan, lloran, se empujan y tratan de estar lo más cerca posible del ídolors.
  2. Si me dan a elegir entre ir a un concierto como público o ir a backstage, me quedo con el concierto como público. Prefiero ver al hueón haciendo lo suyo que drogándose o tomando en el camarín.
  3. Considerando que aunque vaya a un recital de público prefiero disfrutar el momento que distraerme con hueás, la cámara fotográfica se ha quedado, se queda y se seguirá quedando en la casa. Ni un brillo que, aparte de pensar en lograr grabar o fotografiar decentemente, además tenís que estar todo urgío porque algún flaite no te vaya a robar la cámara o no se te vaya a caer entre la masa humana que empuja sin piedad. Ahórrese molestias. Busque después en internet los registros de gente que de verdad le pega al asunto y tiene cámaras bacanes, no como usted ♥.
  4. Es bueno admirar a alguien, pero también es bueno no ponerse huevón. O si no, pregúntele al cabro que sale en el minuto 2:40 de este video:

 

Saludos!


2 respuesta a «A veces hay que escuchar la voz del pueblo… (?)»

  • Boo

    hay mucho para comentar, pero es verdad que los metaleros son tan niñitas como las seguidoras de BSB, gritando como nenas cuando el artista se acerca.

    Y sobre las fotos, generalmente saco una, para ilustrar el post que escribiré con mi opinión de la banda. Es como para que se note que realmente estuve ahí. Pico con sacar mas fotos o grabar.

    Estamos de acuerdo en muchas cosas.

  • Vladimir

    Llegué a este blog vagando por internet y me ha gustado mucho…

    leí las entradas sobre el post rock y el krautrock (muchas gracias por subir el Krautrocksampler) y me parece excelente que haya alguien preocupado de explicar ese tipo de cosas simplemente porque sí.

    Respecto a este post:

    1.- Creo que uno debería mantenerse lo más alejado posible de sus ídolos, simplemente porque nunca van a estar a la altura. Uno admira a alguien por la extrapolación que hace de su obra a la persona…pero se olvida muchas veces de que son seres humanos y en ,algunos casos, seres humanos que dejan bastante qué desear.Me acuerdo que leí Please Kill Me, la historia oral del punk, y todos los weones bacanes, Patti Smith, Iggy Pop, Tom Verlaine y particularmente Lou Reed, eran los más grandes imbéciles en la tierra y me cargaría tener que quedar encerrado con ellos en un ascensor.

    2.- Creo que nadie que no quiera ser famoso es famoso. Me carga el lloriqueo a la Eddie Vedder de lo realmente dificil que es ser una estrella de rock. la mayor parte de la población mundial no es famosa, así que si tanto les molesta posar pa la foto y firmar un par de autógrafos, no debe ser tan dificil mantenerse aislado del ojo público. Se supone que son gente»creativa», inventen algo. Por lo demás, un par de fotos cada noche es un precio bastante menor por el poder darse el gusto de no tener que levantarse en la mañana, si son músicos no más, no descubrieron la cura del cancer ni nada. Igual jamás le pediría un autógrafo a nadie, siguiendo el psotulado del punto 1

    3.- He pensado caleta en el molesto fenómeno de las cámaras fotográficas en los conciertos y creo que la clave para entender el asunto es que la experiencia del concierto es una de las pocas experiencias masivas que hoy en día es no pirateable. No se puede copiar la experiencia del concierto y para alguna gente – para mí- esa es precisamente la belleza de todo el asunto. Pero creo también que para mucha gente esto debe ser molesto, puesto que no les permite socializar la experiencia y probablemente toda la cultura es relevante puesto que nos permite precisamente compartir experiencias, ya sea entre autor-audiencia o entre audiencia-audiencia…fotografiarlo o hacer un clip es una forma de poner en común algo, tanto con aquellos que no estuvieron ahí como con los que sí fueron. Es una forma de demostrar que estuviste ahí y viviste algo.

    esas son mis súper reflexiones

    felicitaciones nuevamente por el blog!

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